Frescura, proximidad y sabor
Granja Petitbo emerge como un tesoro de carácter familiar, establecido en el año 2012 a raíz de la pasión compartida por la culinaria y el arte del diseño por parte de sus propietarios. Nuestra filosofía abraza la entrega de productos frescos y autóctonos a nuestros valiosos clientes, y siempre aspiramos, en la medida de nuestras posibilidades, a lo ecológico. Nuestra cocina es eternamente accesible, invitando a aquellos hambrientos a deleitarse sin restricciones horarias.
El entorno se engalana en la figura de una vieja lechería de los albores del siglo XX, anclada en el flanco derecho de la ciudad, la cual restauramos y revestimos con su encanto actual. Un rincón acogedor se forja con la madera que abraza las mesas, espejos majestuosos que adornan las paredes, sofás de cuero y la presencia de flores frescas, amalgamados con maestría para envolver al visitante en una sensación de hogar.
Dos espacios, dos historias. Un encanto
El año 2019 marcó un nuevo capítulo en la historia de Granja Petitbo, cuando dimos la bienvenida a un recién nacido en la familia: el local ubicado en la pintoresca calle Mallorca. Este segundo establecimiento surgió como una extensión natural de nuestra filosofía culinaria y estética, llevando consigo el mismo espíritu que ha definido a Granja Petitbo desde su génesis.
En este segundo enclave, situado estratégicamente en el corazón del ensanche izquierdo de la ciudad, continuamos tejiendo nuestra narrativa de cercanía y autenticidad. A pesar de las diferencias en la ubicación, la esencia acogedora y el compromiso con la frescura se mantienen inquebrantables.
Nuestro menú diario, una deliciosa sinfonía de sabores creada a partir de los tesoros del mercado, es una muestra más de nuestro compromiso continuo con la excelencia gastronómica. De lunes a viernes, el mediodía se convierte en un ritual en el que los comensales pueden deleitarse con creaciones culinarias que reflejan la estacionalidad y la frescura de los ingredientes locales.